Feliz 2020 amig@s:
Espero este nuevo año os traiga muchos éxitos en todos los aspectos, incluyendo por supuesto el deportivo, acumulando kilómetros en las piernas y nuevas pruebas en vuestro palmarés.
Para que tengáis algo de lectura estos días os comparto el último escrito que he publicado en la revista SPORTS & HEALTH con relación a la depresión post maratón. Muchas gracias a mi amiga Pia Cabassa por compartir su experiencia, y espero que los consejos que se aportan os puedan ser de utilidad.
Para leer el artículo directamente en la revista podéis hacerlo en este ENLACE, también en las imágenes insertas a continuación o como texto simple al final de la entrada.
Abrazo fuerte y nos vemos en la Ruta!!!
FER
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DEPRESIÓN POST
MARATÓN
Por Fernando Revuelta
Cada vez un mayor número
de aficionados al running sufren de lo
que se denomina en terminología anglosajona como “Post marathon blues”, un estado similar a la depresión que aparece
después de correr un maratón, independientemente de que se haya logrado o no
alcanzar el objetivo buscado. Aunque la depresión post maratón es una condición
que puede afectar a cualquier corredor, resulta más frecuente en aquellos que se
enfrentan por primera vez a la distancia de 42 kilómetros.
CONCEPTO
Y SÍNTOMAS
La depresión post maratón
se identifica con una pérdida de motivación por parte del maratonista, una
sensación intensa de vacío y apatía que contrasta con la excitación y
adrenalina acumulada durante las semanas previas al evento.
Entrenar para correr un
maratón supone para cualquier corredor un enorme sacrificio, constancia y
esfuerzo. Los maratonistas pasan meses poniendo sus rutinas diarias en función
de sus entrenamientos, incluyendo entre otras la alimentación, el horario de
descanso y la asistencia a eventos sociales. Todo gira en torno del maratón, ya
que el maratón marca el norte de toda actividad. De manera gráfica, se podría
decir que un corredor que se prepara para correr los 42 kilómetros “desayuna, almuerza y cena maratón”.
La depresión post maratón
se suele presentar después de pocos días de participar en una maratón, y sus
síntomas pueden durar desde unos pocos días, a varias semanas o incluso meses.
Entre los síntomas que
los maratonistas describen asociados a la depresión post maratón se incluyen la
falta de deseo por volver a correr, sensación de tristeza y melancolía, trastornos
alimenticios –tanto por falta de apetito como por apetito descontrolado-,
alteraciones del sueño y apatía para iniciar nuevos proyectos.
El fenómeno de la
depresión post maratón se acrecienta en muchos casos por el hecho de que la
competencia se realiza en otro país, por lo que se hace coincidir con un viaje
de vacaciones. Tiene mucha lógica que después de estar de vacaciones conociendo
lugares nuevos y disfrutando del paseo, se caiga en cierta depresión cuando se
retorna a la rutina del trabajo o estudios.
AYUDA Y SOLUCIONES
Igual que durante los
largos meses de preparación para un maratón el apoyo de familiares y amigos
resulta fundamental para mantener la motivación, para superar la depresión post
maratón es también muy importante contar con ese soporte y comprensión. Por
ello no debe darnos vergüenza o aprehensión compartir con nuestro círculo más
íntimo lo que sentimos y nos está afectando negativamente. Guardárnoslo para
nosotros solos no es la solución.
Entre las acciones
que se pueden tomar para sobreponerse a la depresión post maratón y que han
demostrado ser efectivas se incluyen:
- Volver a realizar ejercicio físico de
manera progresiva, sin presiones y anteponiendo el carácter lúdico sobre el
competitivo. Si correr no nos apetece, podemos sustituir la carrera por otras
modalidades como el ciclismo, la natación o el senderismo, por ejemplo.
- Aplicar o registrarse a otras maratones
que se vayan a celebrar en un futuro no tan lejano y que puedan suponer un
nuevo reto o desafío personal. Si otra maratón no nos motiva, quizás si nos
estimule completar una prueba de mayor distancia (ultramaratón), una
competencia de montaña en trail o un circuito de carreras.
- Integrarse en un nuevo grupo de
entrenamiento, conocer a nuevos runners y correr en lugares y rutas diferentes
a los habituales para salir de la monotonía.
- Compartir con otras personas la
experiencia que vivimos durante las semanas de entrenamiento, el viaje a la
prueba -si fue en el extranjero-, y la crónica de la propia competencia. Ver
fotos y recordar todo el proceso que conlleva correr un maratón puede elevar
nuestra autoestima y convencernos de que, independientemente de haber logrado o
no el tiempo buscado, fuimos capaces de aceptar el reto que siempre supone
afrontar una prueba tan dura y exigente como es la maratón.
- Iniciar proyectos y actividades para los
cuales durante meses no hemos tenido tiempo debido a la apretada agenda de
entrenamientos, como reparaciones domésticas, aprender o perfeccionar un idioma,
tocar un instrumento musical o hacer más vida familiar y social. Lo importante
es volver a tener propósitos que den una estructura y sentido a nuestro día a
día.
DESDE LA EXPERIENCIA
Personalmente no recuerdo el haber sufrido episodios de depresión post
maratón durante mi trayectoria como corredor, con excepción quizás de mi
primera maratón hace ya más de 30 años de la cual pocas imágenes quedan en mi
mente. Quise por lo tanto pedir la colaboración de otros maratonistas para que
compartieran su experiencia al convivir con este síndrome y el modo en que lo
superaron. Por lo descriptivo y apasionado de su relato, os comparto la historia
como maratonista de Pia Cabassa, una
atleta del team Fieras muy querida dentro de la comunidad runner, la cual sirve
de magnífico ejemplo de la montaña rusa de sensaciones que supone para un
corredor preparar y correr una maratón.
PIA CABASSA: Empecé a correr en el 2014 y desde ese
entonces no he parado. Como todos, empecé con una inocente carrera de 5 kilómetros
y al terminar supe que necesitaba ir incrementando la distancia para ponerme a
prueba. Ese mismo año llegué a la distancia de Media Maratón y la verdad es que
ahí me quedé por varios años sin siquiera pensar en la idea de completar una
Maratón.
A finales del 2017 estaba apoyando como de
costumbre a los corredores en la ruta de la Maratón Internacional de Panamá y
me dije a mi misma, ¿Cómo es posible que llevo varios años corriendo sin parar
y no sé qué se siente al correr una Maratón? ¡Necesito hacer al menos una en mi
vida!, “El 2018 será MI año.” Pocos meses después ya estaba inscrita en lo que
sería mi primera maratón, Las Vegas Rock and Roll Marathon en noviembre del
2018. Al estar inscrita desde febrero tuve muchos meses para mentalizarme, para
entrenar y para dejar las dudas a un lado. El día de la carrera no les miento
que sufrí mucho y sentí que fue una carrera sumamente difícil, solo podía
pensar en que quería terminar y también me preguntaba ¿Cómo era posible que
alguien disfrutara tal sufrimiento? A partir del kilómetro 35 me dolía desde la
espalda hasta la punta de los pies, pero sabía que llegaría a la meta y estaba
muy segura que al cruzar esa meta iba a querer inscribirme en otra. Y así mismo
fue, llegué a la meta extremadamente emocionada y con lágrimas de felicidad en
los ojos por cumplir algo que pensaba era imposible para mí, y dos meses
después ya estaba inscrita y con boleto aéreo para mi segunda Maratón en Lima,
Perú, en mayo del 2019. Básicamente nunca dejé de entrenar, llegué de Las Vegas
y seguí corriendo frecuentemente para llegar en forma a lo que serían mis
cuatro meses de preparación antes de la maratón. Esta vez entrené distinto, más
días de series, más volumen de kilómetros semanales y descansos activos. Estuve
súper enfocada, prácticamente no falte a ningún día de entrenamiento (cosa que
a mí me da orgullo), me sentía súper segura, con la mente fuerte, pude ver mi
progreso en los meses de entrenamiento y vi los resultados el día de la carrera.
No hay duda que la disfruté de inicio a fin, corrí contenta, fuerte, sin ningún
tipo de dolor y lo mejor de todo, bajé mi tiempo anterior por 32 minutos, que
para mí fue una gran victoria.
Al terminar esta maratón en Perú ya sabía que iría
a Chicago en octubre del mismo año porque había salido en la lotería, así que
tampoco es que tuve mucho descanso que digamos, estaba a menos de cinco meses
del siguiente reto, pero súper emocionada. Entrené igual de duro para esta
carrera, bastante volumen de kilómetros semanales y súper enfocada de inicio a
fin, aunque esta vez sí sentí algo de nervios los días previos a la carrera, a
diferencia de Perú, ya que era una Major (una de las 6 maratones más
importantes del mundo), y por alguna razón este tipo de carrera te hace sentir
extremadamente importante. Es muy emotivo poder participar de un evento donde
hay 45,000 corredores y un millón de espectadores apoyándote desde la partida
hasta la llegada. No estaba muy segura de que iba a sentir al llegar a la meta,
aparte de extrema gratitud por poder estar ahí junto a mi padre, pero dejé que
el momento llegara, para saber si lo que iba a querer era hacer una cuarta
maratón, o si descansar de las largas distancias por un tiempo. Para mi
sorpresa, crucé la meta muy feliz con mi resultado, pero segura de que ya no
quería hacer más maratones por un tiempo, solo quería correr por placer y sin
estrés distancias cortas en los siguientes meses. Recuerdo que después de
cruzar la meta hasta a mi entrenador y amigos les dije, “no más maratones por
ahora, ya estoy agotada”, pero solo me tomó seis horas de ese mismo día para
decidirme que en el 2020 quería hacer otra maratón (risas).
Ahorita ya está en mis planes hacer una maratón a
finales del 2020, no estoy segura cuál ni en dónde, pero sé que cumpliré mi
palabra. Ya llevo dos semanas desde que crucé la meta de mi última maratón y sé
que puede sonar exagerado, pero me siento rara y algo triste, todos los días
hago mi mochila para hacer deporte después del trabajo, pero no es lo mismo, no
hay objetivos, no hay planillas diarias que cumplir y no hay una meta
emocionante esperándome al final de esto. Eso de Post Marathon Blues es
totalmente cierto, es más, lo estoy sintiendo en estos momentos al escribir
esto (risas).
En total hice tres maratones en un periodo de 11
meses, así que tuve un año llenísimo de emoción, motivación, logros personales,
sacrificios, aprendizaje, ansiedad y nervios (pero de los buenos) y sobretodo
mucho enfoque para lograr lo que me propuse. Por un año entero mi tema de
conversación fue de maratones y los fondos del fin de semana, mi vida
prácticamente giró en torno a esto y no sé los demás, pero yo en lo personal lo
disfruté y amé este proceso. Puedo decir que lo único que me tranquiliza es que
a finales del 2020 seré maratonista por cuarta vez si Dios me lo permite; hasta
entonces, no me queda más que buscar otras metas de running a corto plazo que cumplir.
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