Hola amig@s,
A continuación os comparto la crónica que subió Tere (la Flaca que Corre) de su viaje y participación en la Maratón de Medellín, la cual recoge de manera fidedigna las principales anécdotas y aventuras que vivimos durante esos días junto a nuestro grupo de expedición encabezado por Ruthy Quesada y Antonym Muñoz. Solo voy a añadir algunos comentarios propios para aportar mi granito de arena.
Yo ya había corrido el año anterior la Maratón de Medellín, y la experiencia fue tan buena a nivel organizativo, que conversando con Tere al inicio de temporada acordamos seleccionar esta prueba en el calendario como el objetivo principal del año. Pero como bien dice el dicho "el hombre propone y Dios dispone", y a ocho semanas de la prueba y sin previo aviso mi espalda se rebeló y dijo que no, por lo que mis sesiones de entrenamiento se vieron sustituidas por las visitas al doctor y pruebas médicas, incluyendo una resonancia magnética que me pareció lo más similar a una máquina de tortura medieval.
Aunque inicialmente pensé en no correr y ser solo un espectador más de la prueba, la organización anunció la posibilidad de cambiar de distancia unas semanas antes del evento, así que pasé mi inscripción de 42 a 21 kilómetros y decidí salir y acompañar si podía a Tere en la primera parte de su maratón, justo hasta el km 12 donde ambas rutas se separaban. La verdad me alegro mucho de haberlo hecho, ya que así pudimos vivir juntos mucho mejor el ambiente de la prueba, y a ambos nos ayudó para ir más entretenidos conversando durante esa primera parte de la carrera.
A continuación os comparto la crónica que subió Tere (la Flaca que Corre) de su viaje y participación en la Maratón de Medellín, la cual recoge de manera fidedigna las principales anécdotas y aventuras que vivimos durante esos días junto a nuestro grupo de expedición encabezado por Ruthy Quesada y Antonym Muñoz. Solo voy a añadir algunos comentarios propios para aportar mi granito de arena.
Yo ya había corrido el año anterior la Maratón de Medellín, y la experiencia fue tan buena a nivel organizativo, que conversando con Tere al inicio de temporada acordamos seleccionar esta prueba en el calendario como el objetivo principal del año. Pero como bien dice el dicho "el hombre propone y Dios dispone", y a ocho semanas de la prueba y sin previo aviso mi espalda se rebeló y dijo que no, por lo que mis sesiones de entrenamiento se vieron sustituidas por las visitas al doctor y pruebas médicas, incluyendo una resonancia magnética que me pareció lo más similar a una máquina de tortura medieval.
Aunque inicialmente pensé en no correr y ser solo un espectador más de la prueba, la organización anunció la posibilidad de cambiar de distancia unas semanas antes del evento, así que pasé mi inscripción de 42 a 21 kilómetros y decidí salir y acompañar si podía a Tere en la primera parte de su maratón, justo hasta el km 12 donde ambas rutas se separaban. La verdad me alegro mucho de haberlo hecho, ya que así pudimos vivir juntos mucho mejor el ambiente de la prueba, y a ambos nos ayudó para ir más entretenidos conversando durante esa primera parte de la carrera.