Buenas noches amig@s,
El domingo pasado se celebró una de las pruebas que año tras año genera mayor expectación entre la comunidad
runner, la
Media maratón Hacienda San Isidro. En febrero se anunció desde la organización que la carrera sería a finales de marzo, lo que provocó un tremendo
revulú pues la mayoría de la gente para esas fechas no iba a tener una preparación adecuada.
Tras el susto inicial, los organizadores tomaron en cuenta las sugerencias de los corredores, y sabiamente cambiaron el evento para el 7 de mayo. Hasta se hicieron gran número de memes sobre el tema, claro ejemplo de la repercusión que tiene esta carrera.
Correr una media maratón en un pueblo como
Pesé va mucho más allá de la prueba en sí misma, ya que es una de las pocas oportunidades que tenemos durante el año de coincidir los corredores de la capital y del resto del país. Por este motivo, las logísticas de apoyo, viaje y alojamiento se programan por los diferentes grupos y equipos con mucha antelación, y el fin de semana entero se convierte en una tremenda experiencia que queda para el recuerdo.
Tere y yo salimos desde la capital en carro el sábado temprano, y en el viaje de ida no faltaron por supuesto las diferentes paradas para estirar las piernas, hacer pipí y comer algo. Aunque al día siguiente tocaba ponerse el traje de competencia, tengo que confesar que no pudimos resistirnos a los chorizos y empanadas de Quesos Mili en Chame, y no fuimos los únicos, ya que por allá coincidimos con otros muchos corredores que iban en camino. Imagino que Quesos Chela y Delicias Margot, entre otros, también hicieron buenas ventas ese día.
La manejada hasta Divisa la superamos oyendo música de la lista de reproducción de Tere, bastante ecléctica por cierto jajaja, e incluso en ocasiones nos arrancábamos a cantar a grito pelao como dos locos. La canción Despacito -la de pasito a pasito, suave suavecito- sin duda alguna fue la ganadora en este sentido, ya que se repitió varias veces por aclamación popular. La última parte del trayecto la hicimos en cambio con mil ojos en la calle, ya que había muchísimos policías apostados con sus radares poniendo boletas por exceso de velocidad.
Una vez llegados a Chitré, la "ciudad que progresa sola", y al igual que el año pasado, nos hospedamos en el hotel La Amistad. Allí tenía establecido el team Nyeupe Timu de Costa del Este su cuartel general, y nos sumamos a ellos como hacemos en otras ocasiones por la buena relación que tenemos no solo con Fernando Blanco, sino también con la mayoría de sus miembros. En horas de la noche cuando salimos a cenar Chitré era un hervidero de corredores, y se sentía una tremenda expectación y ansiedad por la carrera del día siguiente. No faltó antes de retirarnos a dormir el tradicional paseo por la plaza central, "vamos pal palque", y hasta oportunidad tuvimos de ver la celebración de una boda que había en la iglesia.
La alarma del celular sonó temprano puesto que a las 4.30 habíamos coordinado tomar rumbo hacía Pesé. Mientras Tere se desperezaba puse la cafetera y al rato ya estábamos compartiendo desayuno con los vecinos de la habitación contigua, nuestros grandes amigos Yessika Chavez y Fernando Mojica. Parece mentira, pero por cientos de competencias y maratones que uno haya corrido, siempre en las horas previas a una prueba se notan los nervios en el estómago y la adrenalina saliendo por los poros de la piel.