Buen domingo amig@s,
Cerramos una nueva semana de entrenamientos, y cada vez queda menos para que se venga el menú fuerte de la temporada, en este caso con entrada, plato principal y postre. Y es que en unos días marcho para Europa, donde si nada se tuerce, correré la Maratona do Porto el 8 de noviembre, con la incertidumbre de cómo responderá mi tobillo después del esguince que tuve participando en La Dorada trail del Valle. Una semana después, el 15 de noviembre, completaré Dios mediante de nuevo los 42 kilómetros, en esta oportunidad corriendo en la tierra que me vio nacer, Valladolid, la Maratón Montes Torozos. Allí al igual que en Oporto competiré junto a mi hermano Carlos, y para él supondrá llegar a la cifra de #100 Maratones completadas. Seguro es una ocasión muy especial porque Carlos es el que me introdujo por primera vez en la maratón, y gracias a él me enganché a esta maravillosa distancia. De regreso ya en Panamá, y si el cuerpo aguanta, cerraré noviembre con una nueva maratón el día 29, la Internacional Ciudad de Panamá. Va a ser muy interesante este reto y desde luego un desafío en lo personal, ya que tan solo hace 7 semanas pensaba la temporada 2015 había llegado a su fin.
En cuanto a mi otra gran pasión, la de escribir, os comparto el artículo que publiqué hoy en la sección deportes de LA ESTRELLA DE PANAMÁ. En esta oportunidad versa sobre los encuentros de corredores con perros, y en ocasiones también con sus amos, que no sabe uno a veces quienes son "más animales". Amo a los perros y gatos, y en la casa conviven bastantes de ambas especies, pero a pesar de ello no me agrada que si voy corriendo, sobre todo el día que hay un entreno de series o más a ritmo, tener que ralentizar mi velocidad o llegar a pararme para enfrentar perros sueltos, tanto callejeros como con dueño. Casi todos tendréis alguna anécdota que os haya sucedido sobre este particular. Lo más grave que me ha pasado han sido varias mordeduras en las zapatillas que no lograron perforar el material, y una en la zona de la rodilla que tampoco fue gran cosa. Pero en reiteradas ocasiones he pasado bastante miedo al enfrentarme con perros de vigilancia de propiedades que por algún motivo han quedado libres en la calle sin ningún control.
Si estáis interesados podéis leer el artículo en este LINK del periódico, ver la página completa en la imagen inserta a continuación, o como texto simple al final de la entrada.
Saludos y nos vemos en la Ruta!
FER
>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>
CORREDORES Y PERROS
Entre el amor y el odio
Casi todos los que con
regularidad corremos en los parques y calles del país tenemos en nuestra
memoria algunos episodios referidos a encuentros con perros, la mayoría de los
cuales no pasan de ser situaciones desagradables en las que por unos momentos
sentimos desde una simple molestia a miedo por nuestra integridad física, pero
que en casos puntuales pueden incluso acabar en ataques con lesiones.
Antes de entrar en el fondo
del tema, quiero aclarar que siempre me han gustado los animales, y convivo con
numerosos perros en mi residencia. Por este motivo estoy acostumbrado a tratar
con canes de muy diferentes razas y caracteres, y realmente creo que al igual
que las personas, no hay dos perros iguales. Con frecuencia se asocian
determinadas razas a una especial agresividad y tendencia al ataque, como los
pit bull, rotweiller, doberman o bóxer, pero de mi experiencia teniendo
encuentros con perros mientras corro en muy diversas circunstancias, no puedo
afirmar que esto anterior sea cierto. Obvio, las razas citadas se corresponden
con animales generalmente de mucha corpulencia y peso, los cuales ciertamente
impresionan cuando se le acercan a uno de manera amenazadora, pero tengo que
admitir que las veces en que he sido atacado y mordido, estuvieron involucradas
razas pequeñas.
PERROS
CALLEJEROS
En nuestras ciudades y
pueblos hay una enorme cantidad de perros sin dueño, los cuales se reproducen
de manera indiscriminada. Son los llamados “tinaqueros”, y por lo general están
en las calles más pendientes de no ser atropellados, de buscar algo de alimento
que llevarse a la boca y de olfatear a una hembra en celo, que de si pasa un
corredor en sus cercanías. Hay ciertas áreas por Las Cumbres donde suelo trotar,
que durante un entrenamiento puedo cruzarme fácilmente con 40 o 50, los cuales
por lo general son indiferentes a mi presencia, o cuanto más, me ladran mientras
me siguen desconfiados a cierta distancia. Si se acercan demasiado, un simple
gesto como el de hacer que se recoge una piedra del piso o gritarles
reiteradamente “fuera” les hará recular.
PERROS
DE VIGILANCIA
Las razas anteriormente
mencionadas, así como los pastores alemanes, se encuentran entre los perros que
con mayor frecuencia se eligen en Panamá para cuidar de fincas y propiedades, y
por lo general en parejas o grupos más numerosos. Normalmente estos perros
están confinados en el interior de la propiedad por muros o verjas, pero el
peligro radica cuando por algún motivo, como un descuido del dueño al operar
una puerta de garaje automática, quedan vagando en la calle. Acostumbrados a
estar recluidos y frustrados sin poder hacer otra cosa que ladrar a toda
persona, animal o cosa que pasa por las cercanías, cuando se sienten en libertad
y ante la presencia de un corredor, con bastante probabilidad responderán de forma
agresiva.
LOS
PERROS Y SUS DUEÑOS
En ocasiones los problemas
con los perros no nacen precisamente de ellos y sus instintos animales, sino de
la irresponsabilidad de sus dueños. Por norma los perros deben de ir con collar
y correa cuando son paseados por sus propietarios, pero con bastante frecuencia
los dejan sueltos bajo el argumento de que son pequeños o los tienen
controlados. No sé la de veces que corriendo se me ha venido para encima algún
perro suelto y he tenido que escuchar del dueño la famosa frase “tranquilo que
no hace nada”. Obvio mis perros a mí tampoco me hacen nada, pero la cuestión es
que no se debe dejar un perro suelto cuando no se tiene control sobre el mismo,
porque aunque lo llamen e intenten controlar, la mayoría de las veces el perro
hace caso omiso a su dueño y sigue incomodando con su presencia al corredor.
LENGUAJE
CORPORAL
La manera en que afrontemos los
encuentros con uno o varios perros mientras corremos tendrá mucho que ver con
el desenlace de los mismos. Ante todo debemos mantener la calma y no entrar en
pánico, ya que los perros, como otros animales, sienten el miedo en las
personas. Dependiendo de la actitud del perro o manada, convendrá desde reducir
algo nuestra velocidad, hasta ponernos a caminar, e inclusive detenernos
totalmente en casos de un ataque inminente. Según nos vayamos acercando a un perro
desde lejos podremos evaluar por su postura y actitud si se va a mantener
indiferente, si se va a acercar por curiosidad, o si tiene intenciones de
confrontarnos. Igual que cuando vemos a un perro moviendo la cola podemos
intuir que es amigable, cuando lo observemos parado mirándonos fijamente, con
el cuerpo rígido hacia adelante y las orejas atrás, deberemos presuponer que en
cualquier momento se puede abalanzar hacia nosotros. El que un perro ladre no
necesariamente lo convierte en agresivo, ya que ese es simplemente uno de los
mecanismos de defensa que ellos tienen. Lo que denota realmente agresividad es
cuando el perro gruñe y muestra sus dientes.
Estando en presencia de un
perro agresivo que se nos acerque a corta distancia y muestre claros síntomas
de querer mordernos, nos detendremos adoptando la silueta de un poste, con los
brazos pegados al cuerpo y las manos cerradas. De esta forma le será más
complicado al perro encontrar una parte de nuestra anatomía que sobresalga y
sobre la que poder clavar sus dientes. Lo peor que podemos hacer en esos casos
es salir corriendo a todo lo que den nuestras piernas, ya que los perros son
más rápidos que nosotros y nos darán alcance en una posición desequilibrada y
sin posibilidad de defensa. Los expertos recomiendan no mirar a los perros a
los ojos directamente para que no lo tomen como una señal de confrontación,
sino de soslayo, pero siempre observando qué hacen y la posición en la que
están. Esto es complicado cuando no se trata de un solo perro sino de varios. Si
el perro se pone a dar vueltas a nuestro alrededor y sigue ladrando, pero sin
tomar una actitud de ataque, nos moveremos muy lentamente de perfil sin darle
la espalda, paso a paso, alejándonos del perímetro que el perro esté
protegiendo. Esto puede llevar minutos, y quizás mientras aparezca el dueño o
pase algún carro que nos sirva de protección. En cambio, si gritamos o hacemos
gestos bruscos, podemos poner nervioso al animal y desencadenar el ataque. En
algún momento el perro dejará de seguirnos y nos ladrará cada vez más en la
distancia, hasta que podamos retomar el trote después de superado el peligro. A
pesar de las precauciones que tomemos, en algunos casos el perro se lanzará de
todos modos contra nosotros, y en esa eventualidad y por mucho amor que le
tengamos a los animales, deberemos defendernos intentando infringir al perro el
menor daño posible.
>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>
Excelente aporte mi querido amigo. Como siempre tu redacción es agradable y de fácil lectura, ya deberías ir pensando en escribir un libro :) Fuerte abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias Vero, me gustaría si.
EliminarSaludos,
FER
Sin mencionar la de mierda que dejan por el camino.
ResponderEliminarSi, es cierto, y eso aunque dicen que da buena suerte pisar pupú jajaja
EliminarSaludos
FER