Buen viernes amig@s:
Para los que les gusta la lectura, os adjunto mi última colaboración sobre running en la revista SPORTS & HEALTH, edición de agosto 2019.
El tema en esta ocasión es sobre la importancia que tiene el entrenador para un corredor, y cuáles serían los parámetros principales a considerar a la hora de elegir uno.
Podéis leer el artículo directamente en el web de la revista en este ENLACE, también en las imágenes insertas a continuación, o en modo texto simple al final de esta entrada.
Saludos y nos vemos en la Ruta!!!
FER
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LA IMPORTANCIA
DEL ENTRENADOR
Por Fernando Revuelta
En el primer Foro de Running que se
celebró en Panamá hace solo unas semanas tuve la oportunidad de ser uno de los
expositores, desarrollando el tema “Entrenando
para mejorar el tiempo”. Como preámbulo a mi presentación quise conocer
algunos detalles sobre la audiencia, para lo cual les pedí que se dividieran
entre aquellos que realizaban sus entrenamientos bajo la asesoría de un
entrenador, o por su propia cuenta. De las más de 200 personas presentes
levantó la mano en cada una de las opciones aproximadamente un 50%, lo cual sin
ser científico, si sirve como muestra de cuál es la tendencia entre los
corredores del patio.
¿QUÉ
ES UN ENTRENADOR?
A nivel local podemos encontrar
básicamente dos tipos de entrenadores: los que tienen algún tipo de titulación
académica relacionada con el deporte, como licenciados en educación física o
que han completado formaciones y cursos sobre alguna modalidad deportiva en
específico, y aquellos que no tienen formación académica pero si amplios
conocimientos derivados de llevar muchos años relacionados con el deporte, bien
como practicantes y/o entrenadores. Obvio de las dos categorías anteriores se
podría colegir una tercera, aquellas personas con formación académica, y que
adicional comparten la faceta de haber sido o seguir siendo atletas activos. La
realidad con la que se enfrenta nuestro país es que si bien hay bastantes
personas con titulaciones en el ramo del deporte, son muy pocas las que tienen
conocimientos específicos de atletismo, sobre todo de ruta. Esto provoca que
los corredores en muchas ocasiones tengamos que acudir exclusivamente a planes
bajados de internet o a entrenadores empíricos, los cuales a pesar de su buena
voluntad y ánimo de ayudar, basan sus programas primariamente en el método del
ensayo y error.
CONFIANZA
Y CERCANÍA
Aunque son importantes los títulos
académicos y los años de experiencia que pueda atesorar un entrenador, estas
circunstancias en realidad no van a ser las que tengan mayor incidencia a la
hora de que un corredor seleccione a su entrenador. En el proceso de entrenar
bajo la asesoría de un entrenador van a primar en cambio factores como el grado
de confianza que tengamos sobre su capacidad, así como su cercanía y disponibilidad.
De nada sirve tener al mejor entrenador del mundo si no creemos en él y sus
métodos, al igual que si no tenemos la posibilidad de contactarlo cuando sea
preciso. El entrenador no solo es alguien que diseña planes de entrenamiento,
sino que también desempeña en muchos casos la función de psicólogo, amigo y
confidente del atleta. Mi recomendación es que si después de un tiempo
entrenando bajo la asesoría de un entrenador, sentimos que no estamos teniendo
el progreso adecuado o que no nos presta la atención debida, terminemos la
relación y busquemos a otro.
Aunque en teoría se puede dar
seguimiento a un programa de entrenamiento a distancia compartiendo los detalles
de nuestras rutinas con el entrenador de modo casi instantáneo a través de
dispositivos digitales y aplicaciones, la accesibilidad y presencia física es
fundamental. No hay mejor forma de poder percibir las sensaciones que
experimenta un corredor que viendo en primera persona como ejecuta sus sesiones
más importantes y recibiendo directamente del mismo la respectiva
retroalimentación. De este modo el entrenador estará en mejor capacidad de
hacer las correspondientes adecuaciones a las diferentes rutinas de
entrenamiento, ya que los planes de entrenamiento no están escritos en piedra
sino que deben ser dinámicos, adaptables a las diferentes circunstancias y
condiciones, tanto personales del corredor, como de su entorno.
Igual que al entrenador le vamos a
pedir profesionalidad y que nos preste la debida atención, el corredor también
deberá de poner de su parte, cumpliendo a cabalidad y dentro de lo posible con
las rutinas y objetivos que le marca su entrenador. No hay peor cosa que el
corredor no sea sincero con su entrenador, le mienta o deje de darle
información importante con relación a sus rutinas y rendimiento, puesto que el
entrenador partirá de unos datos erróneos y el diseño del plan conducirá a
resultados diferentes a los esperados, en la mayoría de los casos
contraproducentes. Esto sucede por ejemplo cuando el corredor detecta el inicio
de una lesión, pero la oculta a su entrenador para que este no rebaje la carga
o intensidad de los entrenamientos programados.
LA
PREGUNTA DEL MILLÓN
¿Es necesario entonces para mejorar
mis tiempos el contar con un entrenador? Muchas veces me han hecho esta
pregunta, y no existe una respuesta única y sencilla. La elección de entrenar o
no bajo la asesoría de un entrenador va a depender en gran medida del tipo de
corredor al que hagamos referencia, su experiencia en el running, dificultad de los objetivos buscados y factores análogos.
Así para aquellas personas que corren
de manera intermitente uno o dos días por semana y que no tienen entre sus
objetivos intereses competitivos, no necesitarían contar obligatoriamente con
un entrenador personal. Lo más práctico sería informarse de los aspectos
básicos del running mediante la
numerosa bibliografía que está disponible en revistas y portales de internet, a
la par que conversar con corredores experimentados que les puedan orientar de
manera sencilla y resolver las principales dudas que puedan tener con relación
a aspectos de técnica de carrera, diferentes rutinas de entrenamiento o calzado
y vestimenta entre otros. Integrarse cuando uno comienza a correr en un grupo
de corredores, resulta en la mayoría de los casos muy útil y ventajoso.
En el caso de personas que se
ejercitan con ánimos de participar en competencias, independientemente de su
nivel atlético, estaríamos hablando ya de una categoría diferente de
corredores. Por lo general practicarán entre tres a seis días por semana,
inclusive algunos días en doble sesión, y complementarán las corridas con
entrenamientos cruzados en gimnasio, piscina o bicicleta por ejemplo. Muchos de
ellos incluso serán corredores de distancias largas como maratón, sinónimo de
completar exigentes y complejos planes de entrenamiento. Para los corredores
que participan de competencias tener un entrenador definitivamente no es ya una
opción sino una necesidad, una inversión a realizar similar a la que deben
cubrir para otros aspectos de su preparación, como equipamiento o suplementos
nutricionales.
La función del entrenador va a ser la de evaluar en primer lugar
al corredor, tomando en consideración sus cualidades innatas y las que puede
desarrollar; en segundo lugar, y según los objetivos que el corredor busque en
particular, el entrenador diseñará un plan de entrenamiento específico; el
tercer elemento sería el seguimiento y supervisión del plan, que a su vez
incluye la adecuación del mismo a las realidades del día a día; y el cuarto
aspecto sería la evaluación final para determinar lo que funcionó o no y como
realizar los ajustes a futuro. Una de las realidades que apoyan la necesidad de
contar con la asesoría de un entrenador calificado es que la mayoría de los
entrenadores de atletismo que compaginan esta actividad con su propia vertiente
como corredores no se entrenan a ellos mismos, sino que confían sus planes y
rutinas a otro entrenador.
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