Buen lunes amig@s,
Espero hayáis tenido un excelente fin de semana y que vuestras competencias y/o entrenamientos hayan sido exitosos. Ya se van acercando los últimos objetivos importantes del año, así que se ve a muchos runners haciendo sus fondos temprano en las principales áreas de esparcimiento de la ciudad. Nuestra afición tiene cada día más adeptos, así que creo los que promovemos el running debemos estar satisfechos.
En otro orden de cosas, y a modo de lectura, os comparto el último artículo que he publicado en LA ESTRELLA DE PANAMÁ este domingo, con relación a algunas de las causas que pueden provocar que tengamos una mala experiencia durante una competición.
Si estáis interesados en leerlo podéis hacerlo directamente en el web del periódico en este ENLACE, ver la página completa en la imagen inserta a continuación, o consultar el artículo íntegro en modo texto al final de la entrada.
Saludos y nos vemos en la Ruta!
FER
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MOTIVOS PARA UNA MALA CARRERA
Con frecuencia,
muchos corredores terminan sus competencias frustrados respecto de su
rendimiento, a pesar de haber completado fuertes rutinas de entrenamiento. Esto
es debido a que los resultados no son los esperados en cuanto al tiempo o
distancia que querían completar, y acaban cayendo en el desánimo. Todos los
corredores tenemos competencias en las que no logramos alcanzar nuestros
objetivos personales, pero lo que caracteriza a los corredores exitosos, es que
estos en vez de ponerse a lamentar su mala suerte o echar las culpas a factores
externos, analizan a profundidad las causas de su mal desempeño y adoptan los
correctivos pertinentes. De este modo, en futuras competencias estarán en
disposición de poner la debida atención a ciertos elementos y detalles, que
incluso pareciendo insignificantes, pueden hacer al final la gran diferencia
entre el éxito y el fracaso.
ERRORES DE ESTRATEGIA
El motivo más
recurrente por el que un corredor no alcanza el desempeño esperado se relaciona
con tener un objetivo no realista. Existen numerosas pruebas y test que sirven
para evaluar por ejemplo el tiempo objetivo que debe tener un corredor en
particular para una determinada distancia, y así programar su ritmo de carrera.
Pero los corredores tenemos la tendencia a pecar de exceso de optimismo, y
aunque los resultados de las pruebas nos indiquen una cosa, solemos anteponer
nuestros propios deseos, pensando que el día de la competencia vamos a ser
capaces de superar los mejores pronósticos.
Aunque en pruebas de
distancia más corta los errores de estrategia se pueden minimizar, no sucede lo
mismo cuando se trata de una maratón. El llevar un ritmo inadecuado en la
primera parte de una maratón nos puede poner en graves aprietos al final,
obligándonos a ralentizar mucho nuestro ritmo e incluso tener que caminar para
alcanzar la meta. El corredor debe de partir siempre con una estrategia y meta
realista previamente establecida. Hay una famosa frase que hace referencia a
este tema que señala “se compite como se
entrena, no esperes ese día milagros”. Por supuesto que la motivación que
puede tener un corredor al participar en una concurrida y famosa maratón, con
miles de espectadores animando en las calles, no es la misma que cuando entrena
en solitario en la madrugada, pero no debemos echar nuestra imaginación a volar
y pensar que ese día de manera mágica vamos a poder redoblar nuestras fuerzas.
ESCASA RECUPERACIÓN
Otra de las mayores
equivocaciones que cometen los corredores hoy en día es no respetar los
periodos de descanso y realizar más competencias de las debidas. A diferencia
de los entrenamientos, en las competencias se llega a un nivel máximo de
exigencia y el organismo sufre un enorme desgaste no solo desde el punto de
vista físico, sino también en el aspecto mental. Aunque cada persona tiene una
fisiología diferente, y en la recuperación influyen muchas variables como la
edad y la condición física del corredor, hay una regla que siguen muchos
entrenadores y técnicos en el sentido de que por cada kilómetro que hayamos
completado en una competencia, deberemos tomar un día de descanso hasta poder
volver a competir. De este modo, si la competencia fue de 10 kilómetros, no
deberíamos competir al menos hasta después de pasados 10 días, y si se trató de
una maratón de 42 kilómetros, deberían ser 42 los días que deberíamos dejar de
competir, realizando durante ese periodo solamente rutinas de entrenamiento y
recuperación. Es necesario hacer énfasis que cuando se menciona que un atleta
ha competido, se hace referencia al más estricto sentido de la palabra
competir, ya que la regla del día x kilómetro no aplicaría cuando el corredor
no ha tomado la competencia en serio, sino solamente a modo de entrenamiento.
FALTA DE ENERGÍA
La energía que
utilizamos los corredores cuando nos ejercitamos proviene de dos fuentes
básicas, las grasas y el glucógeno. Las grasas son un combustible menos
eficiente que el glucógeno, ya que el proceso para convertirse en energía es
más lento. Por este motivo, cuando nos ejercitamos a una intensidad media o
media-alta, el combustible primario que demandará el organismo provendrá del
glucógeno. La cantidad de glucógeno que se puede almacenar en el cuerpo es
limitada, por lo que si se realiza un ejercicio físico de larga duración y no
se repone, se agota. Se considera que en esfuerzos de duración de hasta una
hora u hora y media, nuestro organismo no requiere de energía extra a la que
tenemos almacenada, pero si el tiempo de ejercicio es mayor, tanto se trate de
un entrenamiento como de una competencia, deberemos compensarlo con la ingesta de
carbohidratos que nos suministren energía adicional. Estos carbohidratos pueden
ser de varios tipos y venir en distintas presentaciones que facilitan su
transporte e ingesta, como disueltos en bebida deportiva, en barritas, gomitas,
grajeas o geles. Muchos corredores no toman en consideración esta necesidad de
reposición o la realizan de manera incorrecta, por lo que de manera progresiva
entran en lo que se conoce como estado de fatiga, asociado a una disminución
del rendimiento físico que puede llegar a un grado crítico, obligando incluso
al abandono.
DESHIDRATACIÓN
Del mismo modo que resulta
muy importante reponer las energías gastadas, también es fundamental realizar
una buena hidratación durante nuestras competencias. El agua es el principal componente
de nuestro cuerpo y ejerce muchas funciones beneficiosas en nuestro organismo,
ya que transporta los nutrientes a las células del cuerpo y retira de las mismas
los residuos que se generan. Adicional regula la temperatura corporal y el
enfriamiento del cuerpo mediante la sudoración. Por lo tanto una correcta
hidratación permitirá mantener los niveles óptimos de agua en nuestro cuerpo,
posibilitando que las funciones del organismo se ejecuten de manera eficiente y
saludable. No hay que esperar a tener sed o sentir los labios secos para
hidratarse, pues ya será tarde. La sensación de sed no es más que un síntoma
para estimular el consumo de líquidos ante una carencia previa. Caer en
deshidratación afectará al funcionamiento del cuerpo, y si realizamos ejercicio
físico al rendimiento, pudiendo provocar desde calambres hasta un golpe de
calor, mareos y desfallecimientos.
NO CALENTAR
El calentamiento se
trata de un conjunto de ejercicios y repeticiones que se deben ejecutar de modo
previo a una competencia con el objetivo de favorecer un mejor rendimiento para
el deportista en cuestión, a la par que minimizar el riesgo de sufrir lesiones,
principalmente de su sistema muscular y articular. El calentamiento siempre
debe ser ordenado y progresivo. Ordenado por cuanto se repiten una serie de
rutinas, no solo para que sea más fácil su memorización, sino porque también
hay un orden lógico. Así muchos preparadores recomiendan iniciar siempre por un
extremo del cuerpo y recorrer el mismo hasta el otro extremo, generalmente
iniciando por la cabeza y cuello, y terminando en tobillos y pies. Es
progresivo porque se parte de una intensidad baja al comienzo y la misma se va
elevando poco a poco según avanza el mismo de manera gradual hasta alcanzar la
máxima intensidad al final. Una buena sesión de calentamiento no debe durar
menos de 20 minutos, y puede llegar hasta los 40 minutos dependiendo de varios
condicionantes como la duración de la carrera o el clima ambiental. Durante el
calentamiento no solo se eleva la temperatura corporal, sino que adicional se
incrementa la capacidad pulmonar y el riego sanguíneo (oxigenación muscular). La
finalidad última de un correcto calentamiento es que todos nuestros músculos y
articulaciones, así como nuestro sistema cardiovascular, estén en condiciones
de ser puestos a prueba con un alto nivel de exigencia. Por ello, su eficacia
disminuye si después del calentamiento dejamos pasar demasiado tiempo hasta el
inicio de la competencia, no siendo recomendable que ese lapso supere los 10
minutos.
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